El agua que lamiendo las entrañasde la tierra, ve al fin la luz del día,al éter mansa va, sin rebeldía,mirando de la iglesia la espadaña.Cien albercas, al pie de la montaña,el sol calienta con monotonía.La cegadora sal es mercancíaque las cuadrillas con afán rebañan.Otros tiempos corrían y otras gentesdaban vida a Salinas del Manzano.Nada queda de aquello en el presente.Soledades de sal sin rastro humano,
sienten nuestra mirada indiferente.
Y pisa los recuerdos el ganado.
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