Si das un paseo por el castillo, en la ladera que mira hacia Cañete hay bastantes madreselvas (Lonicera etrusca). En primavera las flores son de gran belleza, ahora lo que vemos son los frutos; rojos, redondos, brillantes al sol, en el extremo de las ramas.
Le gustan a la madreselva los lugares más sombreados y más húmedos, donde se dan con mayor frondosidad. Las del castillo están bien, pero machacadas por el mucho sol y la poca agua.
En jardinería se han usado como plantas trepadoras para poner sobre muros y vallas.
Dice Dioscórides que los frutos, cosechados maduros y secados a la sombra, si se beben con vino en cantidad de una dracma (4,3 g) durante 40 dias, sirven para combatir los problemas respiratorios y el hipo.
Supongo que se refiere a la "propensión al hipo", porque si hay que tomarlo 40 días para quitar un hipo eventual, mal vamos. Consecuencia de su ingesta es que a partir del sexto día, la orina toma un tono sangriento.
Estas cosas, mejor no probarlas en casa.
A mí, las madreselvas me recuerdan el conocido tango que cantaba Gardel:
Madreselvas en flor que me vieron nacer,
y en la vieja pared sorprendieron mi amor,
tu humilde caricia es como el cariño,
primero y querido que nunca olvidé.
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