Es una planta que has visto muchas veces, pero probablemente no conoces. La de la foto ha salido en una grieta en la esquina de mi casa. Suele ser de primavera, pero ésta se ha adelantado.
Los nombres corrientes son palomilla o palomina, zapaticos, pañalitos o camisitas del niño Jesús, gitanillas o hierba del conejo. Yo no he oido nunca ninguno de estos nombres, y la conozco por su nombre científico, Fumaria officinalis.
Cuando en el apellido de una planta aparece officinalis, es que se utilizaba en las “oficinas de farmacia”; es una planta medicinal. En el caso de la fumaria, su uso tradicional es como depurativa, es decir que “limpia el organismo”.
Es muy amarga. Se preparaba en una mezcla en verde de fumaria, berros, achicoria y lechuga a partes iguales. Machacadas en un mortero y escurriendo el jugo. Se añade azucar y se toman 3 cucharadas diarias. Tambien puede usarse la fumaria sola en infusión.
Dice Andrés de Laguna (S XVI) de ella que :
Clarifica la sangre, purga la cólera y los humores adustos, deshace las opilaciones del hígado y bazo, desembaraza los riñones y la vejiga, conforta el estómago y extermina las infecciones y enfermedades que proceden de humor melancólico y flema salada, cuales son lepra, sarna, empeines y otras indisposiciones.
Son conocimientos tradicionales interesantes, pero de otros tiempos y que no recomiendo nunca poner en práctica. El mejor depurativo que existe es una dieta equilibrada y ejercicio físico razonable.
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